AVANCE DE MONOGRAFIA
Introducción
La sexualidad es un fenómeno pluridimensional
que varía de una cultura a otra y en el contexto socio-histórico en que se
desarrolle. La sexualidad femenina a lo largo de la historia ha sido vetada por
constantes tabúes sociales que la han condenado como pecaminosa e inapropiada.
En los inicios las sociedades primitivas
vivían en la promiscuidad, lo que cambio con la introducción de las religiones
y la gran influencia que estas establecieron sobre la sexualidad y la
discriminación que la mujer sufrió por mucho tiempo en este aspecto, que se
puede observar por ejemplo en la antigua sociedad hebrea, donde el varón podía
disponer de un sin número de esposas y concubinas, sin embargo si la mujer
cometía adulterio era condenada a morir apedreada y en la Grecia antigua, la
mujer era vista solo como una “portadora de hijos” notablemente inferior al
varón.
Actualmente la sexualidad femenina se
encuentra en una era de liberación y expansión, donde la mujer se constituye
como artífice del cambio social en cuanto al desarrollo de políticas como los
derechos sexuales, y la apertura mental a nuevas ideas como la plena expresión
de la sexualidad como medio de obtención de placer.
De este modo, al hacer mención en el tema,
debe hacerse no solo enfocando al placer sexual como un mecanismo fisiológico,
sino observándolo a plenitud en relación a todos los aspectos que esta envuelve
y afecta, como la influencia que una correcta expresión de la sexualidad posee
sobre el estado emocional de las mujeres y de la calidad de sus relaciones de
pareja, o las consecuencias que la represión de la misma podría causar en su
entorno.
Índice
Capitulo # 1 Visión
general del placer
¿Qué es
placer?
¿Qué es
placer sexual?
El pacer
sexual en las mujeres
Satisfacción
sexual femenina
Capitulo #2 Evolución
del placer femenino.
Evolución
social del placer femenino
Tabúes y
Estereotipos sociales
Religión
y placer femenino
Capitulo #3 El
placer sexual femenino y sus relaciones
El Placer como
elemento psicológico.
Influencia
de la satisfacción sexual en el estado emocional femenino
Rol
masculino en el desarrollo del placer sexual femenino
Capitulo #4 Proyecto de investigación en las alumnas de la
UCV
CAPITULO
1
LA
PRIMERA VEZ EN LA MUJER
Hay
muchos tópicos y conceptos erróneos sobre la primera relación sexual de la mujer, tales como, que es muy dolorosa, que
si la chica no sangra o no tiene himen no
es virgen o que es el chico el que debe tomar la iniciativa.
La
realidad, es que en la primera relación sexual se suele llegar con
desconocimiento, a veces con miedo y a
menudo suele ser una decepción. Cada mujer la vive de distinta forma. En ocasiones suele ser dolorosa porque la chica está nerviosa,
ya sea por miedo a que le duela, a sangrar
o a que se produzca un embarazo no deseado, pues los nervios favorecen la tensión de los
músculos que rodean la vagina, contrayéndola
e impidiendo la penetración. También el dolor puede ser debido a la
falta de lubricación de la mujer o a que
el lugar elegido para mantener relaciones sexuales no sea confortable o tenga falta de intimidad.
La
idolatría al himen es otra forma cultural de controlar a la mujer. El himen es
una membrana muy fina que cubre
parcialmente la entrada de la vagina y el hecho de tenerlo o no, no tiene por qué tener relación
con la virginidad. En la primera relación se
puede romper o no, ya que hay chicas que nacen sin himen y otras que se
les rompe en circunstancias como una
caída, un ejercicio brusco, montando a caballo o en bici, o incluso introduciendo los dedos en la vagina
al masturbarse. Si se rompe el himen, al
desgarrarse, en algunas chicas puede ir acompañado de una pequeña
hemorragia sin importancia, mientras que
en otras no ocurre, esto se debe a que cada himen tiene
una
consistencia diferente.
EL
PLACER FEMENINO
Las
mujeres deben responsabilizarse de su sexualidad, porque muchas de ellas
nunca se han planteado cómo viven su
sexualidad y qué esperan de ella, para ello tienen que conocer su cuerpo, saber cómo funciona,
descubrir lo que les produce placer y hablar
de ello. Las mujeres tienen derecho a disfrutar de sus cuerpos como
quieran y con quien quieran, a experimentar y poner en práctica sus deseos y a
recibir una educación que les ayude a
vivir plenamente su sexualidad.
El
sexo no es algo espontáneo y natural, es una cuestión cultural, es decir,
se aprende, por ello es bueno que las
mujeres se informen y si es necesario, pedir ayuda profesional. Hay estudios que dicen que los
hombres piensan más en el sexo y que
tienen más ganas, unos lo atribuyen a la influencia de la testosterona,
otros a la cultura y a los años de
represión y otros dicen que se debe a una combinación de ambos factores, aunque lo cierto es que el sexo es
importante para las mujeres y no sólo para
los hombres. El sexo empieza en el cerebro y las mujeres no podrán vivir
plenamente su sexualidad si no se
liberan de los prejuicios y tabúes y si no se sienten cómodas con su cuerpo, ya que muchas mujeres al
mantener relaciones sexuales están
inseguras con su cuerpo, nerviosas por estar a la altura o les preocupa
más el placer
de
su pareja que el propio suyo y por todo ello son incapaces de disfrutar del
sexo.
La
práctica sexual por excelencia es el coito, aunque debemos saber que el sexo y
el coito no son sinónimos, como
anteriormente hemos mencionado. Otras prácticas
sexuales que satisfacen a las mujeres igual o más que el coito son, el
sexo oral, de hecho el cunnilingus se está convirtiendo en la práctica sexual
favorita de las mujeres; el sexo anal,
aunque esta práctica aún está rodeada de muchos absurdos tabúes y la masturbación, de la que hablaremos
posteriormente. Hemos de ser conscientes de
que no existe una práctica sexual mejor que las demás, lo ideal es
actuar según el día y las ganas de cada
uno, siempre respetándose mutuamente.
El
placer es una experiencia subjetiva, lo incluye todo, se expande por todo el
cuerpo, por ello toda la piel es
susceptible de provocar excitación sexual y la obsesión por la genitalidad hace que se descuiden otras
partes del cuerpo. Para muchas mujeres el
periné y el ano son áreas de gran sensibilidad. Una zona controvertida
es el punto G, la mayoría de sexólogos
defienden su existencia, es una zona eréctil situada en la pared anterior de la vagina, a unos tres a
cinco centímetros de su apertura, aunque no
resulta fácil de encontrar y no satisface a todas las mujeres por igual.
Dos zonas altamente sensibles son el
cuello uterino y el fondo de saco vaginal posterior, ambas situadas en la parte superior de la vagina.
También, alrededor de la uretra existe un
tejido esponjoso muy vascularizado que puede causar placer, esta zona se
conoce como el punto U.
ESTEREOTIPOS
Los
estereotipos sociales apuntan a que en la atracción romántica, las motivaciones
primarias en los hombres están dirigidas por la belleza y en las mujeres por el
poder económico. Los investigadores examinaron en un estudio las vidas
románticas de los participantes durante un mes, incluyendo sus expectativas
ante una cita rápida.
Según
explica Paúl Eastwick, director del estudio, "fieles a los
estereotipos", los auto informes iníciales de los participantes varones
indicaban que estaban más preocupados que las mujeres por el atractivo físico
de su pareja y las mujeres del estudio señalaban más que los hombres el poder
del dinero como afrodisíaco".
Sin
embargo, durante el estudio los investigadores descubrieron que en realidad
hombres y mujeres se sentían igual de inspirados por la atracción física y el
dinero, es decir, el efecto en la evolución de sus relaciones de pareja que
ambos aspectos ejercían sobre ellos no difería entre hombres y mujeres.
"En
otras palabras, el aspecto era el primer estímulo de atracción tanto para
hombres como para mujeres, y una persona con buenas posibilidades económicas o
ambición tendía también a ser atrayente", señala Eli Finkel, una de las
investigadoras que ha participado en el estudio.
Las
preferencias de los participantes se basaban en sus interacciones románticas
contrastadas con las preferencias ideales según los sexos de las que informaban
10 días antes de tener una cita.
La
discrepancia entre lo que las personas hacen y dicen en estas citas rápidas se
ajusta a los resultados de otra investigación que muestra que las personas no
saben explicar por qué hacen lo que hacen, a menudo refiriéndose a las teorías
culturales aceptadas para explicar la propia conducta.
Los
estereotipos masculinos varían según el nivel cultural de la sociedad, la edad
y el momento histórico. Por ejemplo, estudiantes y personas adultas definen de
forma diferente lo que se considera masculino. Los estudiantes elaboran unos
estereotipos de rol de género más claramente definidos que las personas
adultas. Los estereotipos masculinos normalmente están más definido que los
estereotipos femeninos. No obstante, esta asignación de características es cada
vez más alejada de la realidad, por lo que los mismos estereotipos de género
van cambiando paulatinamente, conforme al cambio de tareas tradicionalmente
asignadas a uno de los dos sexos como, por ejemplo, la incorporación de la
mujer al mundo laboral. Así mismo, el incremento de la actividad de las mujeres
en los ámbitos deportivos propicia un cambio del estereotipo tradicional
masculino.
Las
sociedades y culturas orientales o más conservadoras, asumen muchos de esos
estereotipos como lo que es o debe ser en el varón, pero la era de la
globalización poco a poco los hace entrar en el debate. Entre los estereotipos
más célebres se pueden enumerar:
·
Es
más agresivo que la mujer.
·
Tiene
un espíritu mayor de aventura y es más valiente ante el peligro que la mujer.
·
Tiene
un espíritu de competitividad más amplio que el de la mujer.
·
Menos
empatía y conciencia social que la mujer.
·
Una
mayor seguridad personal, incluso al punto del orgullo y por lo tanto un mayor
liderazgo que la mujer.
Mujer, sexo y religión
Nuestros antepasados del Paleolítico y
Neolítico temprano representaban elcuerpo femenino como un recipiente
mágico. Seguramente observaron quesangraba al ritmo de la luna y producía
milagrosamente personas. También semaravillaron ante la nutrición que
proporcionaba mediante la leche. A estopodemos agregar el poder visiblemente
mágico de la mujer para lograr laerección del órgano sexual masculino, y su
extraordinaria capacidad para elplacer sexual —para vivenciarlo y darlo. No es
sorprendente que nuestros antepasados se maravillaran ante el poder sexual de
la mujer.Tampoco sorprende que los genitales masculinos, además del toro y
otrosanimales con cachos y pezuñas como símbolos de potencia masculina,
fueranconsiderados con reverencia y admiración. O que la unión sexual entre
mujer yhombre, fuente de vida, amor y placer, haya sido para nuestros
antepasadospaleolíticos y neolíticos un importante motivo mítico-religioso.Lo
que sí sorprende es que el antiguo vínculo entre sexualidad yespiritualidad
haya sido olvidado —o más bien, que no sea conscientementerecordado. Porque si
reexaminamos con detención los mitos orientales yoccidentales, resulta evidente
que su memoria inconsciente aún subsiste en lamayoría de las religiones
actuales.En India, lingam y yoni (genitales masculinos y femeninos) aún se
asocian alo sagrado. En Tíbet, la famosa fraseom maní padmehum(la joya en el
loto) tienemuchos niveles de significado místico. Se refiere a la unidad básica
dentro deun todo mayor que hoy tendemos a considerar en la forma de
polaridades: luzy oscuridad, creación y destrucción, fuego y agua, mujer y
hombre.En China, una imagen similar se representa como el cuerpo de
un diamantenacido de una flor dorada. En el misticismo occidental
medieval, análogo a la joya en el loto, tenemos la imagen de la gota de
rocío en la rosa. Incluso ladescripción cristiana de monjas como novias de
Cristo y de Jesús como novio dela Iglesia Madre, vuelve al punto de partida de
unión sexual como unióndivina.En la Cábala, conjunto medieval de escritos
místicos hebreos, hayinnumerables referencias a la Shekinah —fuente femenina de
sabiduríadivina— y normas para que hombres santos encuentren unión espiritual
conella. También hay imágenes cristianas que regresan a la antigua iconografía
quealaba a la mujer, la vida y la sexualidad. Por ejemplo, las llamadas
ViergesOuvrantes, adoradas en la Edad Media cristiana, representan el
cuerpoembarazado de la Virgen María en una postura semejante a las figurillas
de la Venus embarazada del Paleolítico.Los numerosos iconos medievales y
esculturas renacentistas de María y elNiño Jesús son descendientes directos de
tempranas representaciones de laDiosa y su hijo divino. Uno de los ejemplos más
notables —y, al mirarlodetenidamente, obvio— de una tradición artística que se
remonta al Paleolíticoy Neolítico es una pintura renacentista de la Diosa
Afrodita, donde rayos de luz emanan de su vulvahacia un grupo de hombres.Como
ya vimos, alrededor de la misma época encontramos hombresvenerando la vulva
sagrada en esculturas religiosas indias del siglo XII. De estamisma época son
los famosos frisos eróticos indios, que en las últimas décadashan aparecido en
libros de arte occidentales (comoTheSensuousImmortals,publicado por el Museo de
Arte de Los Angeles). Al igual que las esculturasneolíticas y de la Edad de
Bronce descritas anteriormente, estas esculturasindias representan el acto de
la unión sexual como un rito religioso. Y aunqueestos templos indios datan de
un período posterior a las invasiones arias eindoeuropeas que impusieron muchos
de sus valores dominadores a lasculturas indias tempranas que adoraban a la
Diosa, son impresionantes ejemplos de solidaridad erótica: del dar y recibir el
éxtasis del placer sexual.Ahora, debido a la publicidad actual, debo señalar
que lo que estasesculturas representan no se asemeja en nada a lo que se supone
que ocurre enlos cultos sexuales demoníacos secretos de hoy. El punto (que hoy
se debateacaloradamente) no es si estos cultos organizados existen o no. El
punto es quelas escenas en los frisos eróticos indios no son, ni con toda la
imaginación delmundo, actos sexuales sádicos y brutales —mucho menos la
adoración oculta osecreta al demonio. Para empezar, estas esculturas enfatizan
el dar y recibirplacer, no la imposición unilateral de dolor. Se crearon como
parte de la religiónde ese tiempo y lugar, para ser vistas por todos. Y, como
representaciones de launión sexual entre deidades ampliamente adoradas, no se diseñaron
parademonizar o corromper, sino para instruir e inspirar a mujeres y
hombres.Estas imágenes indias de ritos eróticos sagrados probablemente
compartenla misma raíz antigua con la tradición tántrica india antes
mencionada, donde elrito central esmaithuna,o unión sexual. El objetivo de este
rito es despertar laenergía divina, okundalini,que a menudo se identifica
explícitamente conshakti,el poder creativo de la Diosa.Los escritos
tántricos subsistentes están cubiertos por muchas capas deposteriores culturas
dominadoras (hindú y tibetana) y por lo tanto su énfasisestá en lo masculino.
Se nos dice que, a través demaithuna,el hombre lograunirse con el poder básico
o vivificante de la Gran Madre. Pero simaithunaes elsendero de unión con lo divino para el hombre, también lo
es para la mujer. Yaque a través del cuerpo femenino —mediante su excitación y
poder sexual— seevoca la energía erótica de la Diosa. En la práctica del
tantra, el hombre sefunde con lo divino dando placer sexual a la mujer,
manteniendo así laexperiencia del éxtasis para ambos. Pero el cuerpo de la
mujer es el recipientesagrado —en la simbología occidental, el Cáliz o Grial
Sagrado.Otro aspecto fascinante del yoga tántrico, aunque generalmente
ignorado,se relaciona con el control de la natalidad. En las prácticas
tántricas, el poder dela mujer para dar vida era reverenciado, y tal vez
precisamente por esoHayindicios de solidaridad entre mujeres y hombres
para evitar la concepciónaccidental. El sexo tántrico está explícita y
exclusivamente diseñado para
Nofecundar, Su único propósito es
permitir a mujeres y hombres vivenciar, através de una prolongada y exquisita
sensación erótica, la experiencia espiritualdel éxtasis.Cabe señalar que
originalmente en la iconografía india, el signo de infinito(∞) aparentemente
significaba unión sexual: dos se convierten en uno.Compuesto de dos círculos
cercanos entre sí —uno en el sentido del reloj y elotro a la inversa, ninguno
encima del otro—, simbolizaba igualdad entrefemenino y masculino, llevando a la
totalidad o infinito. Pero una pistaimportante de lo que ocurrió en nuestra
prehistoria es cómo la iconografía indiacambia hábilmente el énfasis hacia lo
masculino: el símbolo de infinito se refiereahora a dos deidades masculinas
—pero, reveladoramente, son los hijosmellizos de la Diosa primordial Saranyu.En
los próximos capítulos veremos una y otra vez los resultados de estareversión y
coopción de tempranos símbolos religiosos. Veremos que esto fueparte de un
impresionante proceso de remitificación con profundasrepercusiones políticas
que revirtieron muchos de los antiguos mitos.
CAPITULO 2
EL
PLACER
El placer, según la DRAE,
alude a agrado, gusto, goce, disfrute, satisfacción y complacencia. Y, claro
está, existen muchos tipos de placer diferentes; cuando menos, los relativos a
la satisfacción de tres tipos de necesidades: biológicas (placer físico),
psicológicas (placer personal) y sociales (placer altruista). Tales tipos de
placer no tienen porque ser independientes, aunque pueden serlo, y con
frecuencia pueden estar relacionados entre sí. El placer, pues, está
relacionado con la satisfacción de necesidades o deseos, a cuyo análisis la
Psicología y la Psicología Social han dedicado ya importantes esfuerzos.
Y es aquí donde aparece el
segundo de nuestros elementos: El amor. Puesto que, como hace tiempo mostrara
palpablemente, y mucho antes la propia literatura, el amor es un pilar
fundamental para el placer (pero, como también sabemos, también para el
sufrimiento), para el bienestar (y malestar) y para la felicidad (e
infelicidad). El amor puede proporcionar placer físico (sexual), personal
(desde esfuerzos simples, como la atención, hasta lo que los psicólogos
humanistas llaman “autorrealización”) y placer social (entrega altruista). Si uno
no encuentra placer en ninguna de estas tres esferas en su relación de pareja,
quizás no sea demasiado sensato seguir hablando de amor.
EL
PLACER FEMENINO
Las mujeres deben
responsabilizarse de su sexualidad, porque muchas de ellas nunca se han
planteado cómo viven su sexualidad y qué esperan de ella, para ello tienen que
conocer su cuerpo, saber cómo funciona, descubrir lo que les produce placer y
hablar de ello. Las mujeres tienen derecho a disfrutar de sus cuerpos como
quieran y con quien quieran, a experimentar y poner en práctica sus deseos y a
recibir una educación que les ayude a vivir plenamente su sexualidad.
El sexo no es algo
espontáneo y natural, es una cuestión cultural, es decir, se aprende, por ello es bueno que las mujeres se
informen y si es necesario, pedir ayuda profesional. Hay estudios que dicen que
los hombres piensan más en el sexo y que tienen más ganas, unos lo atribuyen a
la influencia de la testosterona, otros a la cultura y a los años de represión
y otros dicen que se debe a una combinación de ambos factores, aunque lo cierto
es que el sexo es importante para las mujeres y no sólo para los hombres. El
sexo empieza en el cerebro y las mujeres no podrán vivir plenamente su
sexualidad si no se liberan de los prejuicios y tabúes y si no se sienten
cómodas con su cuerpo, ya que muchas mujeres al mantener relaciones sexuales
están inseguras con su cuerpo, nerviosas por estar a la altura o les preocupa
más el placer de su pareja que el propio suyo y por todo ello son incapaces de
disfrutar del sexo.
La práctica sexual por
excelencia es el coito, aunque debemos saber que el sexo y el coito no son
sinónimos, como anteriormente hemos mencionado. Otras prácticas sexuales que
satisfacen a las mujeres igual o más que el coito son, el sexo oral, de hecho
el cunnilingus se está convirtiendo en la práctica sexual favorita de las
mujeres; el sexo anal, aunque esta práctica aún está rodeada de muchos absurdos
tabúes y la masturbación, de la que hablaremos posteriormente. Hemos de ser
conscientes de que no existe una práctica sexual mejor que las demás, lo ideal
es actuar según el día y las ganas de cada uno, siempre respetándose
mutuamente.
El placer es una experiencia
subjetiva, lo incluye todo, se expande por todo el cuerpo, por ello toda la
piel es susceptible de provocar excitación sexual y la obsesión por la
genitalidad hace que se descuiden otras partes del cuerpo. Para muchas mujeres
el periné y el ano son áreas de gran sensibilidad. Una zona controvertida es el
punto G, la mayoría de sexólogos defienden su existencia, es una zona eréctil
situada en la pared anterior de la vagina, a unos tres a cinco centímetros de
su apertura, aunque no resulta fácil de encontrar y no satisface a todas las
mujeres por igual. Dos zonas altamente sensibles son el cuello uterino y el
fondo de saco vaginal posterior, ambas situadas en la parte superior de la
vagina. También, alrededor de la uretra existe un tejido esponjoso muy
vascularizado que puede causar placer, esta zona se conoce como el punto U.
LAS
RELACIONES SEXUALES INSATISFACTORIAS
Es frecuente que una pareja,
a lo largo de su vida, sufra algún tipo de problema en sus relaciones sexuales.
Las causas pueden ser múltiples, pero vamos a centrar la atención en un
problema concreto, las relaciones sexuales insatisfactorias.
Este es el caso de las
parejas cuya relación sexual se limita a realizar el coito de forma rápida,
mecánica y rutinaria, con el objeto de alcanzar el orgasmo (el hombre en mayor
medida que la mujer). Debido a que la mujer, por su fisiología, tiene un ritmo
sexual más lento que el del hombre, se hace difícil que ella pueda alcanzar el
orgasmo en poco tiempo, lo que le genera frustración. A veces, la mujer finge
el orgasmo para que el hombre acabe cuanto antes con algo que a ella le genera
rechazo. Algunos hombres pueden, por egoísmo o desinformación, no preocuparse
siquiera de procurar que la mujer obtenga satisfacción sexual. A menudo, la
situación descrita va acompañada de una falta de muestras de afectividad
(besos, caricias, gestos y palabras de cariño y sensibilidad). El resultado de
mantener este tipo de relaciones es la frustración e insatisfacción,
especialmente de la mujer. A la larga, se resienten el bienestar personal y la
relación de pareja.
CAPITULO 3
El Placer como
elemento psicológico.
El placer como elemento psicológico, es
un fundamento vivencial de la erotología como campo del conocimiento humano que
lo analiza desde una perspectiva integral así como también como uno de los tres
integrantes de la alegría (conjuntamente con la dicha y la felicidad), lo
evaluamos como uno de los veintiséis elementos básicos del mapa psicológico
humano, hemos descrito ya al tacto social, perseverancia,
agresividad, autocontrol, valentía y decisión.
Como elemento de nuestra psicología, el
placer puede ser conceptualizado como la capacidad que se tiene para obtener
sensaciones de agrado, bienestar y plenitud a través de lo que nos llega de los
sentidos y de las fantasías y recuerdos aunque, otro concepto podría ser el que
lo ve como la capacidad para tener agrado, bienestar y plenitud con la
conciencia de lo que se es, por estar dónde se está y hacer lo que se
hace. Estos dos conceptos operativos, a nuestro juicio, no entran en
antagonismo, porque uno no anula las posibilidades del otro.
Con cada uno de estos conceptos,
podemos hacer una revisión que suplemente, cada una a la otra,
Niveles de Impacto. El placer puede ser
evaluado de acuerdo a los niveles de conciencia de lo conveniente de estar vivo
genere en el individuo, contraponiéndose al displacer que se puede medir de
acuerdo a la posibilidad de generar displacer (que no es dolor) y que hagan
evaluar como una dificultad el estar vivo, pudiendo crearse, en consecuencia,
una comparación diferencial semántica entre el desagrado y agrado, el malestar
y el bienestar y, finalmente, entre el vacío y la plenitud. De esta manera, el
elemento placer, puede generar un nivel de agrado (sentirse sin amenazas
reales, pudiendo descansar y “vivir”), sentir bienestar (conciencia que nos
muestra las posibilidades positivas de seguir viviendo tal cómo se vive) y,
finalmente, plenitud (conciencia de lo hermoso y lleno que traduce el vivir) y
que puede llevar hasta el éxtasis.
Fuentes. Otro de los elementos claves
para acercarnos al placer está, sin duda alguna, en revisar, las fuentes que lo
originan, encontrando que éste, de manera muy sencilla, parte de las
percepciones que toma un ser humano del mundo a través de los diferentes
sentidos y que, aparte de información, le pueden generar, de acuerdo a todos
unos parámetros de sensibilidad (otro de los instrumentos claves en la
psicología humana), sensaciones de agrado, bienestar y plenitud.
Con esto podemos hablar de placeres
fundamentalmente visuales, auditivos, táctiles, olfativos y del gusto que,
cuando se van uniendo para formar placeres complejos, van enriqueciendo los
niveles anteriormente explicados con sus elementos externos.
Pero también hay dos maneras más en la
revisión de las fuentes del placer que son los recuerdos de los momentos y
situaciones que se han vivido y las fantasías que pueden establecer, a través
de la imaginación, situaciones placenteras que se viven dentro sin que
necesariamente se vayan a convertir en hechos reales.
En el otro concepto básico del placer,
se puede hablar de los tres niveles anteriores –agrado, bienestar y plenitud-
con tres fuentes que, sin bien, son diferentes a las que nombrados
anteriormente, sin embargo, están representando elementos reales de su
constitución y que, involucran, la conciencia plena de quien se es, de dónde se
está y de lo que se hace.
Ser quien se es (conciencia). El placer
a conciencia plena, en cuanto a la aceptación de lo que se es en un momento
determinado, puede y debe generar sentimientos plenos que ayuden al agrado, al
bienestar y a la plenitud, contestando, incluso, preguntas muy importantes
sobre lo que significa para cada quien, ser quien se es. Sí, en un momento
dado, el ser quien se es, causa desagrado, malestar o vacío, la presencia del
placer, como tal, puede comenzar a generar dudas.
Estar dónde se está. El sitio en el
cual se está, en forma real o ahora, virtual, va a establecer otro de los
grandes parámetros del placer y que, en consecuencia, se transforma en uno de
los elementos esenciales para tener agrado o desagrado, bienestar o malestar y
sensación de plenitud o vacío.
Por último, el hacer lo que se hace, ya
sea como acto de vida cotidiana o como posibilidad extraordinaria, va a
constituir el tercer gran elemento que puede condicionar el placer de cualquier
persona, siendo uno de los puntos fundamentales que se cuestionan en cualquier
desequilibrio en el agrado, el bienestar o la plenitud que podamos sentir.
Influencia de la satisfacción sexual
en el estado emocional femenino
Las investigaciones sobre
satisfacción sexual se han centrado, en su mayoría, en establecer su relación
con el funcionamiento sexual físico y con los aspectos afectivos y emocionales
de la pareja. De manera complementaria a estas aproximaciones y en la búsqueda
de un mayor conocimiento de las variables cuya relación con la satisfacción
sexual ha sido reconocida, como es el caso de las prácticas sexuales y de los
estados de ánimo, este estudio busca explorar las relaciones existentes entre
satisfacción sexual, el estado emocional denominado ansiedad y el diverso
repertorio de prácticas sexuales. Se encamina en la misma línea de los trabajos
realizados por Kinsey (1967), Kinsey y Echague (1954), Kinsey, Pomeroy y Martin
(1949), Hite (1976), Pietropinto y Simenauer (1978), Masters, Johnson y Kolodny
(1985), Rodríguez y Hernández (2005), en los cuales se reconoce la satisfacción
sexual en relación con diversas prácticas sexuales y el bienestar emocional.
En los último
estudio, los autores reportan: primero, una correlación positiva entre la
cantidad de prácticas sexuales fantaseadas y realizadas, y un indicador de
riesgo para enfermedades e infecciones de transmisión sexual; una correlación
negativa entre el nivel de bienestar sexual manifiesto y el mismo indicador de
riesgo; finalmente, una correlación negativa entre el nivel de bienestar sexual
manifiesto y la cantidad de prácticas sexuales fantaseadas y realizadas.
Por satisfacción
sexual se entiende la percepción subjetiva de bienestar, ajuste y agrado por el
ejercicio sexual. En este sentido, se afirma que la satisfacción sexual es la
respuesta afectiva que surge de las evaluaciones del individuo de su relación
sexual a partir de la percepción del cumplimiento de las necesidades y
expectativas sexuales tanto propias, como de la pareja. Por su parte, Ortiz, R.
y Ortiz H. (2003) definen la satisfacción sexual como el cumplimiento de un
deseo erótico, el haber satisfecho una pasión, el aplacar un sentimiento o el
sentirse amada o amado.
En este marco, suele
dividirse la satisfacción sexual en física, cuando remite a la interacción
erótica placentera, y emocional, cuando se refiere a la alegría por la
estabilidad de la relación (Haavio-Mannila y Kontula, 1997). En esta
monografía, se entiende por satisfacción sexual el nivel de agrado, bienestar y
ajuste presentado frente a una interacción sexual.
La ansiedad es una
respuesta emocional compleja, fruto de la interacción entre factores
individuales y situaciones específicas, la cual tiene su expresión a través de
un patrón variable de respuestas cognitivas, fisiológicas y motoras. Steinke y
Wright (2006) encuentran que la ansiedad se asocia de forma negativa con la
satisfacción sexual, en particular con la fase de excitación, con la cual tiene
un efecto adverso; hallazgo que no resulta determinante, dado que se encuentran
estudios en los cuales se concluye que la ansiedad facilita o no afecta la
excitación. Las investigaciones señalan también que algunas mujeres con
trastornos de ansiedad presentan disfunción sexual, así la ansiedad se asocia
de manera negativa con la activación sexual subjetiva, y de manera positiva con
la activación sexual fisiológica. Leary y Dobbins (1983) señalan que las
personas ansiosas, quienes subestiman sus capacidades para tener interacciones
sexuales, generan con mayor facilidad estados de autocrítica cuando interactúan
con el otro sexo, anticipan como negativas las consecuencias de una situación y
se auto-reprochan con mayor frecuencia por no haber actuado correctamente en
una interacción con alguien del otro sexo.
El estudio de la
satisfacción sexual remite a la diversidad sexual, entendida como la
comprensión de las interacciones sexuales enmarcadas en contextos
socio-culturales específicos. La diversidad sexual, expresada en función del
comportamiento sexual, implica las interacciones entre el individuo, su entorno
y su imaginación, originando las respuestas fisiológicas que configuran la
llamada respuesta sexual. Esta variabilidad conductual está referida a
prácticas como caricias, besos, penetraciones, felación, exhibicionismo y
vouyerismo. Estas se relacionan con la satisfacción en función de la frecuencia
de su realización y de qué tanto las mismas permiten alcanzar el orgasmo
(Parish et al., 2007), el uso de materiales sexuales, la variación de
posiciones y el bienestar emocional. En este sentido, se señalan también
diferencias en relación con el género. Lawrance y Byers (1995) encuentran
reducción en la satisfacción sexual de las mujeres cuando eran obligadas a
aumentar la frecuencia y la variedad de prácticas sexuales. Respecto al uso del
condón en las prácticas sexuales, se señalan que en adolescentes afecta de
manera positiva la satisfacción. Al igual que los estados emocionales y las
prácticas sexuales, la satisfacción sexual se encuentra asociada con las características,
las emociones y las conductas de la pareja, la intimidad compartida, el
cubrimiento de necesidades y expectativas sexuales y el tipo de amor. Así por ejemplo,
conflictos no resueltos con la pareja, el desamor y la distancia emocional se
asocian con baja satisfacción sexual. La historia sexual personal referida al
tiempo de la primera experiencia sexual (Haavio-Mannila y Kontula, 1997); las
características de los intercambios sexuales y el entendimiento de las
preferencias sexuales, en particular para las mujeres (Byers, 2005) se asocian
también con una mayor satisfacción sexual.
De otra parte, se
evidencia afectación de la satisfacción en función de variables
sociodemográficas, tales como el nivel académico o la edad; así también se
reporta que a mayor nivel académico se encuentra un mayor nivel de satisfacción
sexual. Respecto a la edad, encuentran que en adolescentes las creencias
positivas sobre su propia sexualidad y las motivaciones de acercamiento hacia
el sexo predicen una mayor satisfacción sexual. Otras variables, tales como las
creencias religiosas, la discapacidad o el concepto de género también se han
estudiado en relación con la satisfacción sexual.
Como se ha mostrado,
el estado de la investigación en el tema señala distintas relaciones entre la
satisfacción sexual y los aspectos emocionales, como la ansiedad; los aspectos
conductuales, como las prácticas sexuales, o los aspectos demográficos, como la
edad. Este estudio tuvo como propósito explorar tales relaciones en una muestra
colombiana.
Para ello, se
diseñaron y adaptaron instrumentos que incluyeron de manera importante aspectos
afectivos de la satisfacción sexual, un rango amplio de interacciones sexuales,
aspectos sociodemográficos relacionados con la sexualidad, y manifestaciones
propias de la ansiedad. Estudios en esta línea contribuyen a aportar evidencias
en el tema de salud sexual, en tanto las relaciones entre las variables pueden
dar cuenta de estados emocionales que pueden servir de plataforma cognitiva
para la puesta en riesgo de la salud. Esto, en concordancia con lo propuesto en
la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD),
celebrada en 1994, en la cual se señala como fundamental comprender los
aspectos que intervienen en la toma de decisiones saludables, dado que la salud
sexual es un aspecto relevante en tanto influye en todo el periodo vital