martes, 25 de septiembre de 2012


AVANCE DE MONOGRAFIA 





Introducción


La sexualidad es un fenómeno pluridimensional que varía de una cultura a otra y en el contexto socio-histórico en que se desarrolle. La sexualidad femenina a lo largo de la historia ha sido vetada por constantes tabúes sociales que la han condenado como pecaminosa e inapropiada.

En los inicios las sociedades primitivas vivían en la promiscuidad, lo que cambio con la introducción de las religiones y la gran influencia que estas establecieron sobre la sexualidad y la discriminación que la mujer sufrió por mucho tiempo en este aspecto, que se puede observar por ejemplo en la antigua sociedad hebrea, donde el varón podía disponer de un sin número de esposas y concubinas, sin embargo si la mujer cometía adulterio era condenada a morir apedreada y en la Grecia antigua, la mujer era vista solo como una “portadora de hijos” notablemente inferior al varón.

Actualmente la sexualidad femenina se encuentra en una era de liberación y expansión, donde la mujer se constituye como artífice del cambio social en cuanto al desarrollo de políticas como los derechos sexuales, y la apertura mental a nuevas ideas como la plena expresión de la sexualidad como medio de obtención de placer.

De este modo, al hacer mención en el tema, debe hacerse no solo enfocando al placer sexual como un mecanismo fisiológico, sino observándolo a plenitud en relación a todos los aspectos que esta envuelve y afecta, como la influencia que una correcta expresión de la sexualidad posee sobre el estado emocional de las mujeres y de la calidad de sus relaciones de pareja, o las consecuencias que la represión de la misma podría causar en su entorno.



Índice


Capitulo # 1  Visión general del placer
            ¿Qué es placer?
            ¿Qué es placer sexual?
            El pacer sexual en las mujeres
            Satisfacción sexual femenina

                       
Capitulo #2   Evolución del placer femenino.
            Evolución social del placer femenino
            Tabúes y Estereotipos  sociales 
            Religión y placer femenino

Capitulo #3  El  placer sexual femenino y sus relaciones
            El Placer como elemento psicológico.
            Influencia de la satisfacción  sexual  en el estado emocional femenino
            Rol masculino en el desarrollo del placer sexual femenino

 Capitulo #4 Proyecto de investigación en las alumnas de la UCV
           






CAPITULO 1



LA PRIMERA VEZ EN LA MUJER
Hay muchos tópicos y conceptos erróneos sobre la primera relación sexual de la  mujer, tales como, que es muy dolorosa, que si la chica no sangra o no tiene himen no  es virgen o que es el chico el que debe tomar la iniciativa.
La realidad, es que en la primera relación sexual se suele llegar con desconocimiento,  a veces con miedo y a menudo suele ser una decepción. Cada mujer la vive de distinta forma. En ocasiones suele ser dolorosa porque la chica está nerviosa, ya sea por  miedo a que le duela, a sangrar o a que se produzca un embarazo no deseado, pues  los nervios favorecen la tensión de los músculos que rodean la vagina, contrayéndola  e impidiendo la penetración. También el dolor puede ser debido a la falta de  lubricación de la mujer o a que el lugar elegido para mantener relaciones sexuales no  sea confortable o tenga falta de intimidad.
La idolatría al himen es otra forma cultural de controlar a la mujer. El himen es una  membrana muy fina que cubre parcialmente la entrada de la vagina y el hecho de  tenerlo o no, no tiene por qué tener relación con la virginidad. En la primera relación se  puede romper o no, ya que hay chicas que nacen sin himen y otras que se les rompe  en circunstancias como una caída, un ejercicio brusco, montando a caballo o en bici, o  incluso introduciendo los dedos en la vagina al masturbarse. Si se rompe el himen, al  desgarrarse, en algunas chicas puede ir acompañado de una pequeña hemorragia sin  importancia, mientras que en otras no ocurre, esto se debe a que cada himen tiene
una consistencia diferente. 

EL PLACER FEMENINO 
Las mujeres deben responsabilizarse de su sexualidad, porque muchas de ellas nunca  se han planteado cómo viven su sexualidad y qué esperan de ella, para ello tienen que  conocer su cuerpo, saber cómo funciona, descubrir lo que les produce placer y hablar  de ello. Las mujeres tienen derecho a disfrutar de sus cuerpos como quieran y con quien quieran, a experimentar y poner en práctica sus deseos y a recibir una   educación que les ayude a vivir plenamente su sexualidad.
El sexo no es algo espontáneo y natural, es una cuestión cultural, es decir, se  aprende, por ello es bueno que las mujeres se informen y si es necesario, pedir ayuda  profesional. Hay estudios que dicen que los hombres piensan más en el sexo y que  tienen más ganas, unos lo atribuyen a la influencia de la testosterona, otros a la cultura  y a los años de represión y otros dicen que se debe a una combinación de ambos  factores, aunque lo cierto es que el sexo es importante para las mujeres y no sólo para  los hombres. El sexo empieza en el cerebro y las mujeres no podrán vivir plenamente  su sexualidad si no se liberan de los prejuicios y tabúes y si no se sienten cómodas  con su cuerpo, ya que muchas mujeres al mantener relaciones sexuales están  inseguras con su cuerpo, nerviosas por estar a la altura o les preocupa más el placer
de su pareja que el propio suyo y por todo ello son incapaces de disfrutar del sexo. 
La práctica sexual por excelencia es el coito, aunque debemos saber que el sexo y el  coito no son sinónimos, como anteriormente hemos mencionado. Otras prácticas  sexuales que satisfacen a las mujeres igual o más que el coito son, el sexo oral, de hecho el cunnilingus se está convirtiendo en la práctica sexual favorita de las mujeres;  el sexo anal, aunque esta práctica aún está rodeada de muchos absurdos tabúes y la  masturbación, de la que hablaremos posteriormente. Hemos de ser conscientes de  que no existe una práctica sexual mejor que las demás, lo ideal es actuar según el día  y las ganas de cada uno, siempre respetándose mutuamente. 
El placer es una experiencia subjetiva, lo incluye todo, se expande por todo el cuerpo,  por ello toda la piel es susceptible de provocar excitación sexual y la obsesión por la  genitalidad hace que se descuiden otras partes del cuerpo. Para muchas mujeres el  periné y el ano son áreas de gran sensibilidad. Una zona controvertida es el punto G,  la mayoría de sexólogos defienden su existencia, es una zona eréctil situada en la  pared anterior de la vagina, a unos tres a cinco centímetros de su apertura, aunque no  resulta fácil de encontrar y no satisface a todas las mujeres por igual. Dos zonas  altamente sensibles son el cuello uterino y el fondo de saco vaginal posterior, ambas  situadas en la parte superior de la vagina. También, alrededor de la uretra existe un  tejido esponjoso muy vascularizado que puede causar placer, esta zona se conoce  como el punto U.

ESTEREOTIPOS
Los estereotipos sociales apuntan a que en la atracción romántica, las motivaciones primarias en los hombres están dirigidas por la belleza y en las mujeres por el poder económico. Los investigadores examinaron en un estudio las vidas románticas de los participantes durante un mes, incluyendo sus expectativas ante una cita rápida.
Según explica Paúl Eastwick, director del estudio, "fieles a los estereotipos", los auto informes iníciales de los participantes varones indicaban que estaban más preocupados que las mujeres por el atractivo físico de su pareja y las mujeres del estudio señalaban más que los hombres el poder del dinero como afrodisíaco".
Sin embargo, durante el estudio los investigadores descubrieron que en realidad hombres y mujeres se sentían igual de inspirados por la atracción física y el dinero, es decir, el efecto en la evolución de sus relaciones de pareja que ambos aspectos ejercían sobre ellos no difería entre hombres y mujeres.
"En otras palabras, el aspecto era el primer estímulo de atracción tanto para hombres como para mujeres, y una persona con buenas posibilidades económicas o ambición tendía también a ser atrayente", señala Eli Finkel, una de las investigadoras que ha participado en el estudio.
Las preferencias de los participantes se basaban en sus interacciones románticas contrastadas con las preferencias ideales según los sexos de las que informaban 10 días antes de tener una cita.
La discrepancia entre lo que las personas hacen y dicen en estas citas rápidas se ajusta a los resultados de otra investigación que muestra que las personas no saben explicar por qué hacen lo que hacen, a menudo refiriéndose a las teorías culturales aceptadas para explicar la propia conducta.
Los estereotipos masculinos varían según el nivel cultural de la sociedad, la edad y el momento histórico. Por ejemplo, estudiantes y personas adultas definen de forma diferente lo que se considera masculino. Los estudiantes elaboran unos estereotipos de rol de género más claramente definidos que las personas adultas. Los estereotipos masculinos normalmente están más definido que los estereotipos femeninos. No obstante, esta asignación de características es cada vez más alejada de la realidad, por lo que los mismos estereotipos de género van cambiando paulatinamente, conforme al cambio de tareas tradicionalmente asignadas a uno de los dos sexos como, por ejemplo, la incorporación de la mujer al mundo laboral. Así mismo, el incremento de la actividad de las mujeres en los ámbitos deportivos propicia un cambio del estereotipo tradicional masculino.
Las sociedades y culturas orientales o más conservadoras, asumen muchos de esos estereotipos como lo que es o debe ser en el varón, pero la era de la globalización poco a poco los hace entrar en el debate. Entre los estereotipos más célebres se pueden enumerar:
·         Es más agresivo que la mujer.
·         Tiene un espíritu mayor de aventura y es más valiente ante el peligro que la mujer.
·         Tiene un espíritu de competitividad más amplio que el de la mujer.
·         Menos empatía y conciencia social que la mujer.
·         Una mayor seguridad personal, incluso al punto del orgullo y por lo tanto un mayor liderazgo que la mujer.

Mujer, sexo y religión
Nuestros antepasados del Paleolítico y Neolítico temprano representaban elcuerpo femenino como un recipiente mágico. Seguramente observaron quesangraba al ritmo de la luna y producía milagrosamente personas. También semaravillaron ante la nutrición que proporcionaba mediante la leche. A estopodemos agregar el poder visiblemente mágico de la mujer para lograr laerección del órgano sexual masculino, y su extraordinaria capacidad para elplacer sexual —para vivenciarlo y darlo. No es sorprendente que nuestros antepasados se maravillaran ante el poder sexual de la mujer.Tampoco sorprende que los genitales masculinos, además del toro y otrosanimales con cachos y pezuñas como símbolos de potencia masculina, fueranconsiderados con reverencia y admiración. O que la unión sexual entre mujer yhombre, fuente de vida, amor y placer, haya sido para nuestros antepasadospaleolíticos y neolíticos un importante motivo mítico-religioso.Lo que sí sorprende es que el antiguo vínculo entre sexualidad yespiritualidad haya sido olvidado —o más bien, que no sea conscientementerecordado. Porque si reexaminamos con detención los mitos orientales yoccidentales, resulta evidente que su memoria inconsciente aún subsiste en lamayoría de las religiones actuales.En India, lingam y yoni (genitales masculinos y femeninos) aún se asocian alo sagrado. En Tíbet, la famosa fraseom maní padmehum(la joya en el loto) tienemuchos niveles de significado místico. Se refiere a la unidad básica dentro deun todo mayor que hoy tendemos a considerar en la forma de polaridades: luzy oscuridad, creación y destrucción, fuego y agua, mujer y hombre.En China, una imagen similar se representa como el cuerpo de un diamantenacido de una flor dorada. En el misticismo occidental medieval, análogo a la joya en el loto, tenemos la imagen de la gota de rocío en la rosa. Incluso ladescripción cristiana de monjas como novias de Cristo y de Jesús como novio dela Iglesia Madre, vuelve al punto de partida de unión sexual como unióndivina.En la Cábala, conjunto medieval de escritos místicos hebreos, hayinnumerables referencias a la Shekinah —fuente femenina de sabiduríadivina— y normas para que hombres santos encuentren unión espiritual conella. También hay imágenes cristianas que regresan a la antigua iconografía quealaba a la mujer, la vida y la sexualidad. Por ejemplo, las llamadas ViergesOuvrantes, adoradas en la Edad Media cristiana, representan el cuerpoembarazado de la Virgen María en una postura semejante a las figurillas de la Venus embarazada del Paleolítico.Los numerosos iconos medievales y esculturas renacentistas de María y elNiño Jesús son descendientes directos de tempranas representaciones de laDiosa y su hijo divino. Uno de los ejemplos más notables —y, al mirarlodetenidamente, obvio— de una tradición artística que se remonta al Paleolíticoy Neolítico es una pintura renacentista de la Diosa Afrodita, donde rayos de luz emanan de su vulvahacia un grupo de hombres.Como ya vimos, alrededor de la misma época encontramos hombresvenerando la vulva sagrada en esculturas religiosas indias del siglo XII. De estamisma época son los famosos frisos eróticos indios, que en las últimas décadashan aparecido en libros de arte occidentales (comoTheSensuousImmortals,publicado por el Museo de Arte de Los Angeles). Al igual que las esculturasneolíticas y de la Edad de Bronce descritas anteriormente, estas esculturasindias representan el acto de la unión sexual como un rito religioso. Y aunqueestos templos indios datan de un período posterior a las invasiones arias eindoeuropeas que impusieron muchos de sus valores dominadores a lasculturas indias tempranas que adoraban a la Diosa, son impresionantes ejemplos de solidaridad erótica: del dar y recibir el éxtasis del placer sexual.Ahora, debido a la publicidad actual, debo señalar que lo que estasesculturas representan no se asemeja en nada a lo que se supone que ocurre enlos cultos sexuales demoníacos secretos de hoy. El punto (que hoy se debateacaloradamente) no es si estos cultos organizados existen o no. El punto es quelas escenas en los frisos eróticos indios no son, ni con toda la imaginación delmundo, actos sexuales sádicos y brutales —mucho menos la adoración oculta osecreta al demonio. Para empezar, estas esculturas enfatizan el dar y recibirplacer, no la imposición unilateral de dolor. Se crearon como parte de la religiónde ese tiempo y lugar, para ser vistas por todos. Y, como representaciones de launión sexual entre deidades ampliamente adoradas, no se diseñaron parademonizar o corromper, sino para instruir e inspirar a mujeres y hombres.Estas imágenes indias de ritos eróticos sagrados probablemente compartenla misma raíz antigua con la tradición tántrica india antes mencionada, donde elrito central esmaithuna,o unión sexual. El objetivo de este rito es despertar laenergía divina, okundalini,que a menudo se identifica explícitamente conshakti,el poder creativo de la Diosa.Los escritos tántricos subsistentes están cubiertos por muchas capas deposteriores culturas dominadoras (hindú y tibetana) y por lo tanto su énfasisestá en lo masculino. Se nos dice que, a través demaithuna,el hombre lograunirse con el poder básico o vivificante de la Gran Madre. Pero simaithunaes elsendero de unión con lo divino para el hombre, también lo es para la mujer. Yaque a través del cuerpo femenino —mediante su excitación y poder sexual— seevoca la energía erótica de la Diosa. En la práctica del tantra, el hombre sefunde con lo divino dando placer sexual a la mujer, manteniendo así laexperiencia del éxtasis para ambos. Pero el cuerpo de la mujer es el recipientesagrado —en la simbología occidental, el Cáliz o Grial Sagrado.Otro aspecto fascinante del yoga tántrico, aunque generalmente ignorado,se relaciona con el control de la natalidad. En las prácticas tántricas, el poder dela mujer para dar vida era reverenciado, y tal vez precisamente por esoHayindicios de solidaridad entre mujeres y hombres para evitar la concepciónaccidental. El sexo tántrico está explícita y exclusivamente diseñado para
Nofecundar, Su único propósito es permitir a mujeres y hombres vivenciar, através de una prolongada y exquisita sensación erótica, la experiencia espiritualdel éxtasis.Cabe señalar que originalmente en la iconografía india, el signo de infinito(∞) aparentemente significaba unión sexual: dos se convierten en uno.Compuesto de dos círculos cercanos entre sí —uno en el sentido del reloj y elotro a la inversa, ninguno encima del otro—, simbolizaba igualdad entrefemenino y masculino, llevando a la totalidad o infinito. Pero una pistaimportante de lo que ocurrió en nuestra prehistoria es cómo la iconografía indiacambia hábilmente el énfasis hacia lo masculino: el símbolo de infinito se refiereahora a dos deidades masculinas —pero, reveladoramente, son los hijosmellizos de la Diosa primordial Saranyu.En los próximos capítulos veremos una y otra vez los resultados de estareversión y coopción de tempranos símbolos religiosos. Veremos que esto fueparte de un impresionante proceso de remitificación con profundasrepercusiones políticas que revirtieron muchos de los antiguos mitos.














CAPITULO 2


EL PLACER
El placer, según la DRAE, alude a agrado, gusto, goce, disfrute, satisfacción y complacencia. Y, claro está, existen muchos tipos de placer diferentes; cuando menos, los relativos a la satisfacción de tres tipos de necesidades: biológicas (placer físico), psicológicas (placer personal) y sociales (placer altruista). Tales tipos de placer no tienen porque ser independientes, aunque pueden serlo, y con frecuencia pueden estar relacionados entre sí. El placer, pues, está relacionado con la satisfacción de necesidades o deseos, a cuyo análisis la Psicología y la Psicología Social han dedicado ya importantes esfuerzos.
Y es aquí donde aparece el segundo de nuestros elementos: El amor. Puesto que, como hace tiempo mostrara palpablemente, y mucho antes la propia literatura, el amor es un pilar fundamental para el placer (pero, como también sabemos, también para el sufrimiento), para el bienestar (y malestar) y para la felicidad (e infelicidad). El amor puede proporcionar placer físico (sexual), personal (desde esfuerzos simples, como la atención, hasta lo que los psicólogos humanistas llaman “autorrealización”) y placer social (entrega altruista). Si uno no encuentra placer en ninguna de estas tres esferas en su relación de pareja, quizás no sea demasiado sensato seguir hablando de amor.
EL PLACER FEMENINO
Las mujeres deben responsabilizarse de su sexualidad, porque muchas de ellas nunca se han planteado cómo viven su sexualidad y qué esperan de ella, para ello tienen que conocer su cuerpo, saber cómo funciona, descubrir lo que les produce placer y hablar de ello. Las mujeres tienen derecho a disfrutar de sus cuerpos como quieran y con quien quieran, a experimentar y poner en práctica sus deseos y a recibir una educación que les ayude a vivir plenamente su sexualidad.
El sexo no es algo espontáneo y natural, es una cuestión cultural, es decir, se  aprende, por ello es bueno que las mujeres se informen y si es necesario, pedir ayuda profesional. Hay estudios que dicen que los hombres piensan más en el sexo y que tienen más ganas, unos lo atribuyen a la influencia de la testosterona, otros a la cultura y a los años de represión y otros dicen que se debe a una combinación de ambos factores, aunque lo cierto es que el sexo es importante para las mujeres y no sólo para los hombres. El sexo empieza en el cerebro y las mujeres no podrán vivir plenamente su sexualidad si no se liberan de los prejuicios y tabúes y si no se sienten cómodas con su cuerpo, ya que muchas mujeres al mantener relaciones sexuales están inseguras con su cuerpo, nerviosas por estar a la altura o les preocupa más el placer de su pareja que el propio suyo y por todo ello son incapaces de disfrutar del sexo. 
 
La práctica sexual por excelencia es el coito, aunque debemos saber que el sexo y el coito no son sinónimos, como anteriormente hemos mencionado. Otras prácticas sexuales que satisfacen a las mujeres igual o más que el coito son, el sexo oral, de hecho el cunnilingus se está convirtiendo en la práctica sexual favorita de las mujeres; el sexo anal, aunque esta práctica aún está rodeada de muchos absurdos tabúes y la masturbación, de la que hablaremos posteriormente. Hemos de ser conscientes de que no existe una práctica sexual mejor que las demás, lo ideal es actuar según el día y las ganas de cada uno, siempre respetándose mutuamente. 
El placer es una experiencia subjetiva, lo incluye todo, se expande por todo el cuerpo, por ello toda la piel es susceptible de provocar excitación sexual y la obsesión por la genitalidad hace que se descuiden otras partes del cuerpo. Para muchas mujeres el periné y el ano son áreas de gran sensibilidad. Una zona controvertida es el punto G, la mayoría de sexólogos defienden su existencia, es una zona eréctil situada en la pared anterior de la vagina, a unos tres a cinco centímetros de su apertura, aunque no resulta fácil de encontrar y no satisface a todas las mujeres por igual. Dos zonas altamente sensibles son el cuello uterino y el fondo de saco vaginal posterior, ambas situadas en la parte superior de la vagina. También, alrededor de la uretra existe un tejido esponjoso muy vascularizado que puede causar placer, esta zona se conoce como el punto U.
LAS RELACIONES SEXUALES INSATISFACTORIAS
 
Es frecuente que una pareja, a lo largo de su vida, sufra algún tipo de problema en sus relaciones sexuales. Las causas pueden ser múltiples, pero vamos a centrar la atención en un problema concreto, las relaciones sexuales insatisfactorias.
Este es el caso de las parejas cuya relación sexual se limita a realizar el coito de forma rápida, mecánica y rutinaria, con el objeto de alcanzar el orgasmo (el hombre en mayor medida que la mujer). Debido a que la mujer, por su fisiología, tiene un ritmo sexual más lento que el del hombre, se hace difícil que ella pueda alcanzar el orgasmo en poco tiempo, lo que le genera frustración. A veces, la mujer finge el orgasmo para que el hombre acabe cuanto antes con algo que a ella le genera rechazo. Algunos hombres pueden, por egoísmo o desinformación, no preocuparse siquiera de procurar que la mujer obtenga satisfacción sexual. A menudo, la situación descrita va acompañada de una falta de muestras de afectividad (besos, caricias, gestos y palabras de cariño y sensibilidad). El resultado de mantener este tipo de relaciones es la frustración e insatisfacción, especialmente de la mujer. A la larga, se resienten el bienestar personal y la relación de pareja. 



CAPITULO 3


El Placer como elemento psicológico.
El placer como elemento psicológico, es un fundamento vivencial de la erotología como campo del conocimiento humano que lo analiza desde una perspectiva integral así como también como uno de los tres integrantes de la alegría (conjuntamente con la dicha y la felicidad), lo evaluamos como uno de los veintiséis elementos básicos del mapa psicológico humano, hemos descrito ya al tacto social, perseverancia, agresividad, autocontrol, valentía y decisión.

Como elemento de nuestra psicología, el placer puede ser conceptualizado como la capacidad que se tiene para obtener sensaciones de agrado, bienestar y plenitud a través de lo que nos llega de los sentidos y de las fantasías y recuerdos aunque, otro concepto podría ser el que lo ve como la capacidad para tener agrado, bienestar y plenitud con la conciencia de lo que se es, por estar dónde se está y hacer lo que se hace. Estos dos conceptos operativos, a nuestro juicio, no entran en antagonismo, porque uno no anula las posibilidades del otro.

Con cada uno de estos conceptos, podemos hacer una revisión que suplemente, cada una a la otra,

Niveles de Impacto. El placer puede ser evaluado de acuerdo a los niveles de conciencia de lo conveniente de estar vivo genere en el individuo, contraponiéndose al displacer que se puede medir de acuerdo a la posibilidad de generar displacer (que no es dolor) y que hagan evaluar como una dificultad el estar vivo, pudiendo crearse, en consecuencia, una comparación diferencial semántica entre el desagrado y agrado, el malestar y el bienestar y, finalmente, entre el vacío y la plenitud. De esta manera, el elemento placer, puede generar un nivel de agrado (sentirse sin amenazas reales, pudiendo descansar y “vivir”), sentir bienestar (conciencia que nos muestra las posibilidades positivas de seguir viviendo tal cómo se vive) y, finalmente, plenitud (conciencia de lo hermoso y lleno que traduce el vivir) y que puede llevar hasta el éxtasis.

Fuentes. Otro de los elementos claves para acercarnos al placer está, sin duda alguna, en revisar, las fuentes que lo originan, encontrando que éste, de manera muy sencilla, parte de las percepciones que toma un ser humano del mundo a través de los diferentes sentidos y que, aparte de información, le pueden generar, de acuerdo a todos unos parámetros de sensibilidad (otro de los instrumentos claves en la psicología humana), sensaciones de agrado, bienestar y plenitud.

Con esto podemos hablar de placeres fundamentalmente visuales, auditivos, táctiles, olfativos y del gusto que, cuando se van uniendo para formar placeres complejos, van enriqueciendo los niveles anteriormente explicados con sus elementos externos.

Pero también hay dos maneras más en la revisión de las fuentes del placer que son los recuerdos de los momentos y situaciones que se han vivido y las fantasías que pueden establecer, a través de la imaginación, situaciones placenteras que se viven dentro sin que necesariamente se vayan a convertir en hechos reales.

En el otro concepto básico del placer, se puede hablar de los tres niveles anteriores –agrado, bienestar y plenitud- con tres fuentes que, sin bien, son diferentes a las que nombrados anteriormente, sin embargo, están representando elementos reales de su constitución y que, involucran, la conciencia plena de quien se es, de dónde se está y de lo que se hace.

Ser quien se es (conciencia). El placer a conciencia plena, en cuanto a la aceptación de lo que se es en un momento determinado, puede y debe generar sentimientos plenos que ayuden al agrado, al bienestar y a la plenitud, contestando, incluso, preguntas muy importantes sobre lo que significa para cada quien, ser quien se es. Sí, en un momento dado, el ser quien se es, causa desagrado, malestar o vacío, la presencia del placer, como tal, puede comenzar a generar dudas.

Estar dónde se está. El sitio en el cual se está, en forma real o ahora, virtual, va a establecer otro de los grandes parámetros del placer y que, en consecuencia, se transforma en uno de los elementos esenciales para tener agrado o desagrado, bienestar o malestar y sensación de plenitud o vacío.

Por último, el hacer lo que se hace, ya sea como acto de vida cotidiana o como posibilidad extraordinaria, va a constituir el tercer gran elemento que puede condicionar el placer de cualquier persona, siendo uno de los puntos fundamentales que se cuestionan en cualquier desequilibrio en el agrado, el bienestar o la plenitud que podamos sentir.

           
            Influencia de la satisfacción  sexual  en el estado emocional femenino
Las investigaciones sobre satisfacción sexual se han centrado, en su mayoría, en establecer su relación con el funcionamiento sexual físico y con los aspectos afectivos y emocionales de la pareja. De manera complementaria a estas aproximaciones y en la búsqueda de un mayor conocimiento de las variables cuya relación con la satisfacción sexual ha sido reconocida, como es el caso de las prácticas sexuales y de los estados de ánimo, este estudio busca explorar las relaciones existentes entre satisfacción sexual, el estado emocional denominado ansiedad y el diverso repertorio de prácticas sexuales. Se encamina en la misma línea de los trabajos realizados por Kinsey (1967), Kinsey y Echague (1954), Kinsey, Pomeroy y Martin (1949), Hite (1976), Pietropinto y Simenauer (1978), Masters, Johnson y Kolodny (1985), Rodríguez y Hernández (2005), en los cuales se reconoce la satisfacción sexual en relación con diversas prácticas sexuales y el bienestar emocional.

En los último estudio, los autores reportan: primero, una correlación positiva entre la cantidad de prácticas sexuales fantaseadas y realizadas, y un indicador de riesgo para enfermedades e infecciones de transmisión sexual; una correlación negativa entre el nivel de bienestar sexual manifiesto y el mismo indicador de riesgo; finalmente, una correlación negativa entre el nivel de bienestar sexual manifiesto y la cantidad de prácticas sexuales fantaseadas y realizadas.

Por satisfacción sexual se entiende la percepción subjetiva de bienestar, ajuste y agrado por el ejercicio sexual. En este sentido, se afirma que la satisfacción sexual es la respuesta afectiva que surge de las evaluaciones del individuo de su relación sexual a partir de la percepción del cumplimiento de las necesidades y expectativas sexuales tanto propias, como de la pareja. Por su parte, Ortiz, R. y Ortiz H. (2003) definen la satisfacción sexual como el cumplimiento de un deseo erótico, el haber satisfecho una pasión, el aplacar un sentimiento o el sentirse amada o amado.

En este marco, suele dividirse la satisfacción sexual en física, cuando remite a la interacción erótica placentera, y emocional, cuando se refiere a la alegría por la estabilidad de la relación (Haavio-Mannila y Kontula, 1997). En esta monografía, se entiende por satisfacción sexual el nivel de agrado, bienestar y ajuste presentado frente a una interacción sexual.

La ansiedad es una respuesta emocional compleja, fruto de la interacción entre factores individuales y situaciones específicas, la cual tiene su expresión a través de un patrón variable de respuestas cognitivas, fisiológicas y motoras. Steinke y Wright (2006) encuentran que la ansiedad se asocia de forma negativa con la satisfacción sexual, en particular con la fase de excitación, con la cual tiene un efecto adverso; hallazgo que no resulta determinante, dado que se encuentran estudios en los cuales se concluye que la ansiedad facilita o no afecta la excitación. Las investigaciones señalan también que algunas mujeres con trastornos de ansiedad presentan disfunción sexual, así la ansiedad se asocia de manera negativa con la activación sexual subjetiva, y de manera positiva con la activación sexual fisiológica. Leary y Dobbins (1983) señalan que las personas ansiosas, quienes subestiman sus capacidades para tener interacciones sexuales, generan con mayor facilidad estados de autocrítica cuando interactúan con el otro sexo, anticipan como negativas las consecuencias de una situación y se auto-reprochan con mayor frecuencia por no haber actuado correctamente en una interacción con alguien del otro sexo.

El estudio de la satisfacción sexual remite a la diversidad sexual, entendida como la comprensión de las interacciones sexuales enmarcadas en contextos socio-culturales específicos. La diversidad sexual, expresada en función del comportamiento sexual, implica las interacciones entre el individuo, su entorno y su imaginación, originando las respuestas fisiológicas que configuran la llamada respuesta sexual. Esta variabilidad conductual está referida a prácticas como caricias, besos, penetraciones, felación, exhibicionismo y vouyerismo. Estas se relacionan con la satisfacción en función de la frecuencia de su realización y de qué tanto las mismas permiten alcanzar el orgasmo (Parish et al., 2007), el uso de materiales sexuales, la variación de posiciones y el bienestar emocional. En este sentido, se señalan también diferencias en relación con el género. Lawrance y Byers (1995) encuentran reducción en la satisfacción sexual de las mujeres cuando eran obligadas a aumentar la frecuencia y la variedad de prácticas sexuales. Respecto al uso del condón en las prácticas sexuales, se señalan que en adolescentes afecta de manera positiva la satisfacción. Al igual que los estados emocionales y las prácticas sexuales, la satisfacción sexual se encuentra asociada con las características, las emociones y las conductas de la pareja, la intimidad compartida, el cubrimiento de necesidades y expectativas sexuales  y el tipo de amor. Así por ejemplo, conflictos no resueltos con la pareja, el desamor y la distancia emocional se asocian con baja satisfacción sexual. La historia sexual personal referida al tiempo de la primera experiencia sexual (Haavio-Mannila y Kontula, 1997); las características de los intercambios sexuales y el entendimiento de las preferencias sexuales, en particular para las mujeres (Byers, 2005) se asocian también con una mayor satisfacción sexual.

De otra parte, se evidencia afectación de la satisfacción en función de variables sociodemográficas, tales como el nivel académico o la edad; así también se reporta que a mayor nivel académico se encuentra un mayor nivel de satisfacción sexual. Respecto a la edad, encuentran que en adolescentes las creencias positivas sobre su propia sexualidad y las motivaciones de acercamiento hacia el sexo predicen una mayor satisfacción sexual. Otras variables, tales como las creencias religiosas, la discapacidad o el concepto de género también se han estudiado en relación con la satisfacción sexual.

Como se ha mostrado, el estado de la investigación en el tema señala distintas relaciones entre la satisfacción sexual y los aspectos emocionales, como la ansiedad; los aspectos conductuales, como las prácticas sexuales, o los aspectos demográficos, como la edad. Este estudio tuvo como propósito explorar tales relaciones en una muestra colombiana.

Para ello, se diseñaron y adaptaron instrumentos que incluyeron de manera importante aspectos afectivos de la satisfacción sexual, un rango amplio de interacciones sexuales, aspectos sociodemográficos relacionados con la sexualidad, y manifestaciones propias de la ansiedad. Estudios en esta línea contribuyen a aportar evidencias en el tema de salud sexual, en tanto las relaciones entre las variables pueden dar cuenta de estados emocionales que pueden servir de plataforma cognitiva para la puesta en riesgo de la salud. Esto, en concordancia con lo propuesto en la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD), celebrada en 1994, en la cual se señala como fundamental comprender los aspectos que intervienen en la toma de decisiones saludables, dado que la salud sexual es un aspecto relevante en tanto influye en todo el periodo vital

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